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segunda-feira, 4 de julho de 2011

MARIO VARGAS LLOSA - NOBEL 2010




No era fácil escribir historias. Al volverse palabras, los 


proyectos se marchitaban en el papel y las ideas e imágenes 


desfallecían. ¿Cómo reanimarlos? Por fortuna, allí estaban 


los maestros para aprender de ellos y seguir su ejemplo. 


Flaubert me enseñó que el talento es una disciplina tenaz y 


una larga paciencia. Faulkner, que es la forma –la escritura 


y la estructura– lo que engrandece o empobrece los temas. 


Martorell, Cervantes, Dickens, Balzac, Tolstoi, Conrad, 


Thomas Mann, que el número y la ambición son tan 


importantes en una novela como la destreza estilística y la 


estrategia narrativa. Sartre, que las palabras son actos y 


que una novela, una obra de teatro, un ensayo, 


comprometidos con la actualidad y las mejores opciones, 


pueden cambiar el curso de la historia. Camus y Orwell, que 


una literatura desprovista de moral es inhumana y Malraux 


que el heroísmo y la épica cabían en la actualidad tanto 


como en el tiempo de los argonautas, la Odisea y la Ilíada.



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